febrero 17, 2010

Amigos

Sólo agarrar la lapicera, y empezar a escribir. Sólo eso.

Y sin embargo, cuando pensaba qué escribir, las palabras se me iban en canciones, y las canciones en recuerdos, y los recuerdos en sentimientos sin nombre.
Sólo agarrar la lapicera…

Fue como ir cuesta arriba. Como subir una escalera que parecía que no se acababa nunca y a veces –muchas veces- daban ganas de solamente echarse al suelo y llorar, y llorar… Pero entonces, desde un escalón más arriba, alguno me tendía una mano y entre risas me recordaba que no era yo la única del problema. Aunque a veces lo creía así –tantas veces-.

Es una relación rara. Como de conexión. Una aceptación muda e inconsciente. Una certeza infundada, una sonrisa sin razón, una calidez en el alma como por arte de magia.

Eso es tener amigos.
Que si necesitas hablar… ¿Estás bien? ¿Qué pasa? Gracias. Fue genial eso. Estás linda hoy. ¿Dónde te habías metido? Te extrañé. ¡Por eso te quiero!

Para siempre, ¿no?

Tantas cosas. Tantas caras. Tantos nombres.

Un beso, un abrazo, una sonrisa. Una lágrima. Todo lo aprendí de ellos, de ustedes. A lo mejor yo hasta enseñé algunas cosas también. Con cada uno de mis amigos compartí una parte distinta de mi alma, y sólo con dos mi alma entera.

Las palabras se me fueron en canciones…

Canciones inventadas, chicos lindos, problemas de matemáticas y cuentos de hadas. Un baile pintado con acuarelas. Sal teñida de colores. Días sin noche y fiestas mojadas. Tierra Media a la vuelta de la esquina.
Las canciones en recuerdos…

Cuando lloré por él, estuviste ahí. Cuando sonreía como una tonta, estuviste ahí. Cuando hablaba locuras, estuviste ahí. Cuando aprendí a dibujar estuviste ahí. Cuando escribí el primer poema, estuviste ahí. Cuando el final de esa serie me rompió el corazón, estuviste ahí. Cuando necesitaba una lapicera, estuviste ahí. Cuando jugábamos a las súper gemelas. Cuando cantábamos a los gritos y no atendíamos ni la puerta y el teléfono. Cuando le dedicábamos canciones a personas secretas y escribíamos sus nombres en clave. Cuando nos convertimos en defensoras del árbol. Cuando estaba completamente sola. Cuando aprendí a enseñar. Cuando se me enredaban los pies con ese paso imposible. Cuando nos perdimos en Buenos Aires. Cuando nos caminamos medio provincia por una parada de ómnibus. Cuando escuchábamos como zombis ese piano mágico, en ese barco salido de un sueño. Cuando mi mp4 no tenía pilas en esas ocho horas de aeropuerto. Cuando necesité un hermano mayor. Cuando me caí del esquí y no me podía parar. Cuando esas mujeres locas quisieron hacernos daño. Cuando jugábamos a las sardinas, al pictionari, al truco y al uno. Cuando nos perdimos por el teatro una tarde aburrida. Cuando compartimos una botella de agua y nos hacíamos los borrachos. Cuando no podía matar a ese orco nivel uno.


Los recuerdos en sentimientos sin nombre.

Porque para cada uno tiene un nombre distinto.

Para cada uno… una parte de mí.



Anna.

1 comentario: