febrero 17, 2010

MI hermana

Bajé las escaleras corriendo, intentando no llorar, enjugándome las lágrimas antes de que cayeran, para evitar que corriesen el maquillaje. Para que nadie se diera cuenta.

Bajé las escaleras corriendo, sin pensar que encontraría a alguien. Pero allí estaba ella, con su vestido rosa chillón, como para no llamar la atención de nadie. De la sorpresa, me tragué el llanto de golpe, aunque ella ya se había dado cuenta de que algo pasaba.

No me preguntó. Nunca preguntaba. Me tomó de la mano con aire indiferente, y me llevó lejos de la fiesta. Afuera. Allí el cielo brillaba, perlado de estrellas. Deseé ser una de ellas, y estar ajena a todo esto. Estar lejos. Huir.

- Si mirás tanto para arriba se te va a acalambrar el cuello. – Me dijo, y se dejó caer en un banco a un costado. Yo me senté a su lado.
- ¿Está aburrida la reunión? – inquirí, como para hablar de algo y no pensar en mí.
- Sí. – Me contestó casi en un murmullo. Yo la observé de reojo y con horror me di cuenta de que ella también había estado llorando.
- ¿Ha pasado algo? – pregunté con cautela - ¿Pelearon?

No contestó. Ni me miró. Pero supe por su cara que había sido así. Con un suspiro la abracé y la estreché contra mí.

- ¿Y si nos vamos a la casa? – propuse a media voz – Tengo helado. Y galletas. Y Moulin Rouge.
- Me parece un buen plan – repuso ella, y ahora noté que se estaba conteniendo de nuevo. Me puse de pie de un brinco y le tendí las manos. Ella no las tomó, y se levantó por sí misma. Me dirigió una mirada despectiva y yo me reí.
- Tonta.

Ella esbozó una sonrisa torcida, y juntas nos encaminamos por el caminito de grava. Ya habría tiempo después de disculparnos por irnos sin saludar.

Tal vez porque nos une ese incomprensible lazo de sangre, que la mayoría de las veces uno olvida. Tal vez porque nacimos casi al mismo tiempo. Tal vez porque las heridas que otros nos hicieron nos obligaron a curarnos entre nosotras. Tal vez porque simplemente debía ser así y así es.

Lo único que puedo afirmar con certeza es que jamás alguien mereció tanto un título otorgado por el azar.

MI hermana.






Anna.

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