octubre 29, 2008

Soledad II

Tan cerca como un suspiro.
Tan cerca como un beso, pero tan inalcanzable... como el final de un arcoiris.
Tan vacío como una sonrisa mentida, tan vacío, como el olvido después de la muerte.
Tanta soledad como el sol a la hora de morir.
Una gota de lluvia… una más, de tantas.
Pero hoy la luna no quiere ver a la noche. No… hoy no se siente con fuerzas. La luna sabe, siempre lo supo. Pero hoy no puede enfrentarlo. Hoy, la verdad pesa demasiado.
La luna sabe que por más que se esfuerce, no importa cuánto lo intente… nunca tendrá tanto brillo como ella. Nunca superaría a la noche. Quién como ella.
Mientras más oscura, más brilla.

Anna.

octubre 26, 2008

Soledad I


Llora la noche, y su melodía es amarga. No hay estrellas en el firmamento…. tan sólo una luna clara, como una lágrima solitaria. La soledad… que profunda soledad. Se respira, se ve, se siente. Nadie sabe, pero se siente.


El vacío… es tan hondo, tan infinito. El pecho sangra dolor, un dolor conocido. A veces, ese dolor viene a hacerle compañía a la noche, cuando no hay estrellas. A veces la noche lo ignora. Pero en un hueco del abismo, siempre se acuerda. Y la noche es tan grande, que no puede escapar al dolor. Tampoco quiere hacerlo, porque sabe que el dolor sólo quiere compañía. Ella también... a veces se siente tan sola entre las estrellas. Porque entre ellas son parecidas y se entienden. La noche es una. Y tan distinta a ellas.

El vacío… el dolor es también distinto. Él y la noche son parecidos. A nadie le gusta la oscuridad; a nadie le gustan las heridas. Ambos, rechazados.

La noche lo sabe. Tal vez por eso decide quedarse un rato más. Llora, y su melodía es amarga… sin embargo, hoy no se siente tan sola como otras veces.





Anna.

agosto 22, 2008

Un cofre de tesoros


Soy la letra de una canción olvidada
Y mi melodía, un cuento sin final,
El sueño que cuelga de tu almohada,
Una corona de miel y sal.

Soy la sonrisa torcida
De la boca de un ahorcado,
El hilo de una historia perdida,
Un cofre de tesoros guardados.

Soy un puñado de piedras de río,
El beso que descansa en tus labios,
El vaivén de tus pies con los míos,
El brillo de tu pelo lacio.

Soy la mañana que nace,
La bruma que envuelve tus ojos;
Soy el camino que hace
A los diablos erizarse de enojo.

Soy un mar de recuerdos,
Y el simple trazo de un pincel;
Soy la mano de todos
Los que escribieron su nombre en papel.

Soy el tiempo y las estrellas,
Pétalos desgajados de una rosa,
La mirada prisionera de aquellas
Lágrimas que a tus alas esposan…


Anna.

agosto 06, 2008

Mujer

Oh, mujer, mujer…
que cantas a tus defectos
¿de qué te quejas, mujer?
si siendo una, vales por dos.
¡Ah, mujer!
te quejas de tu cuerpo sangrante,
de los dolores que has de padecer…
y tus labios suplicantes
ruegan a aquel engendro,
que en sus manías de hombre salvaje,
se aprovecha, a gusto, de tu cuerpo…

¡Ah, mujer!
Tú, que sufres los dolores de un parto,
tú, que ves al mundo tal cual es…
¿te has preguntado, mujer
si tu esfuerzo ha de valer?
Y en tus ojos se esconde una lágrima, 
cuando de todo te despojan,
tus hijos, tu casa, tu ropa…
mas dime, mujer
ese que se aprovecha de ti,
ese que llamas hombre…
ese que te llama dulzura y amor,
otras veces, condena, delirio o dolor,
¿acaso a ese hombre
le has oído pronunciar…
cuando en su lecho agonizante,
ya no tiene nada más…
otra palabra,
otra persona,
otro nombre,
más dulce que el de una mujer…?
Vive, mi mujer…
Vive porque tú eres la vida…




Anna.