febrero 28, 2017

febrero 25, 2017

Otro poco de calma, camarada;
un mucho inmenso, septentrional, completo,
feroz, de calma chicha,
al servicio menor de cada triunfo
y en la audaz servidumbre del fracaso.

Embriaguez te sobra, y no hay
tanta locura en la razón, como este
tu raciocinio muscular, y no hay
más racional error que tu experiencia.

Pero, hablando más claro
y pensándolo en oro, eres de acero,
a condición que no seas
tonto y rehuses
entusiasmarte por la muerte tánto
y por la vida, con tu sola tumba.

Necesario es que sepas
contener tu volumen sin correr, sin afligirte,
tu realidad molecular entera
y más allá, la marcha de tus vivas
y más acá, tus mueras legendarios.

Eres de acero, como dicen,
con tal que no tiembles y no vayas
a reventar, compadre
de mi cálculo, enfático ahijado
de mis sales luminosas!

Anda, no más; resuelve,
considera tu crisis, suma, sigue,
tájala, bájala, ájala;
el destino, las energías íntimas, los catorce
versículos del pan: ¡cuántos diplomas
y poderes, al borde fehaciente de tu arranque!
¡Cuánto detalle en síntesis, contigo!
¡Cuánta presión idéntica, a tus pies!
¡Cuánto rigor y cuánto patrocinio!

Es idiota
ese método de padecimiento,
esa luz modulada y virulenta,
si con sólo la calma haces señales
serias, características, fatales.

Vamos a ver, hombre;
cuéntame lo que me pasa,
que yo, aunque grite, estoy siempre a tus órdenes.


César Vallejo

febrero 22, 2017

Deep purple

When the deep purple falls
Over sleepy garden walls
And the stars begin to twinkle in the night
In the mist of a memory
You wander all back to me
Breathing my name with a sigh

In the still of the night
Once again I hold you tight
Tho' you're gone your love lives on when light beams
And as long as my heart will beat
Sweet lover, we'll always meet
Here in my deep purple dreams

When the deep purple falls
Over sleepy garden walls
And the stars begin to twinkle
In the night
In the mist of a memory
You wander all back to me
Breathing my name with a sigh

In the still of the night
Once again I hold you tight
Tho' you're gone your love lives on when moonlight beams
And as long as my heart will beat
Sweet lover, we'll always meet
Here in my deep purple dreams
And as long as my heart will beat
Sweet lover, we'll always meet
Here in my deep purple dreams
https://www.youtube.com/watch?v=1GoPB4N2WEU
Ir...................
Dejarte.................
Dejarte ir.................
Dejarte ir...................
Dejarte.......................
...................................
...................................
................................
..............................
............................
.....................
..............
..........
.......
.....
...
.

febrero 17, 2017

Aunque no vengas, te voy a esperar.
Aunque no abras, voy a golpear tu puerta.
Aunque no contestés, voy a gritar tu nombre
en todos mis poemas.
Aunque ya no estés más...
Aunque ya no estés...
Ya no estás...



febrero 14, 2017

¿QUE POR QUÉ BEBO ALCOHOL?
Pues porque ninguna buena historia comienza con un "estaba yo comiéndome una ensalada..."

Charles Bukowski

febrero 12, 2017


Yo-Yo Ma
Bach Cello Suite No. 1 in G Major
Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.
Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.


R. Juarroz

febrero 09, 2017

Sonó un trueno mientras echaba otro madero al pequeño fuego. No tenemos ni un mango para comer y vos andás quemando la guita porque te hace un poquito de frío, comentó con desdén su compañero desde la esquina mal iluminada en donde se esforzaba por escribir con los dedos helados. Era principios de primavera, pero llovía con una cortina oscura y densa, con un agua que calaba hasta los huesos. Soplaba un viento frío como de invierno resistiéndose al trascurrir de las estaciones, y afuera la noche era cerrada como boca de lobo.

No le hizo caso y atizó la hoguerilla contemplando su chisporroteo alegre, soñando con el verano que ya estaba próximo. El invierno había sido crudo y habían trabajado poco, el tiempo de paz los mantenía a base de declaraciones de amor y recados cotidianos, recorridos cortos y mal pagos, muchas veces caminos desiertos y bajo la nieve. El verano, aunque no prometía mucho más a la bolsa, al menos albergaba la esperanza de las frutas con jugo dulce y dedos ligeros para la música. 

Casi podía sentir el azúcar en el paladar, cuando se escuchó el quejido agudo de la puerta vieja al abrirse, y una ráfaga fresca hizo peligrar las llamas naranjas. Una figura encapuchada se introdujo de sopetón en la tienda simple de cuatro paredes lisas, chorreando agua cual cascada por la tela oscura. Unas manos pálidas descubrieron bajo el embozo el rosto de una mujer de rasgos finos y la piel cruelmente blanca, los cabellos rubios sueltos en desorden a la espalda. Sonrió con la confianza de la intimidad, quitándose la capa mientras se acercaba al fuego. El hombre junto él la observó en silencio, reconociéndola.

Vos siempre elegís las mejores noches, señaló el personaje que continuaba escribiendo sobre una mesa enclenque. La mujer soltó una risa cantarina. Y vos siempre tan contento de verme, le dijo y se escurrió el pelo sobre el suelo de tierra. Les traigo un trabajito, añadió y su tono fue repentinamente serio. El escritor levantó entonces por primera vez la vista, y miró a la figura menuda junto a su compañero, que también la miraba, con una pregunta en los ojos. La mujer despedía una presencia extraña, reverente. 

Es un laburo denso y tiene que ser hecho con el mayor sigilo, explicó ella con un brillo filoso en los ojos. Tenía atada alrededor del cinto del vestido algunas bolsas de cuero; tomó una de ellas y la soltó en el piso frente a la mirada de los dos hombres. La bolsa hizo un sonido tintineante. No sé si me entienden –había bajado la voz.

¿De qué se trata? inquirió el escritor con cautela, observando la bolsa de reojo. Su compañero la tomó del suelo y la puso sobre la mesa. La mujer abrió otra de las bolsas de su cinto y sacó unos rollos de papel cerrados con cera. El sello azul era un blasón con un dragón. 

Una entrega, explicó. Unas. Cuatro en total. 

¿Dónde? volvió a preguntar el escritor. Ella no contestó; el reflejo de las llamas encendía sus ojos pálidos como su piel, casi transparentes. Afuera se escuchaba la lluvia. El escritor suspiró, entendido.

Ah… bien, estiró la mano para abrir la bolsa, y el brillo dorado del oro relampagueó a la luz del fuego. Los dos hombres intercambiaron miradas. ¿Hay un plazo?

Lo antes posible, dijo la mujer.

Está bien, aceptó el hombre. Nos encargamos nosotros.

Ella sonrió mostrando todos los dientes. Por un instante pareció una niña; luego volvió a su rostro aquella presencia lejana e imponente. Recogió la capa aún húmeda del rincón donde la había arrojado y se la puso con rapidez. 

Pero, Avy –llamó el escritor antes de que el rostro pálido desapareciera bajo el embozo- sabés que no tenés garantías de que los encontremos. A esta altura podrían andar ya en el fin del mundo, capaz que en el infierno mismo.

Avy se acomodó la capucha. Su sonrisa blanca se adivinaba en la oscuridad de la tela.

Confío en ustedes, dijo no más, y tras un nuevo chillido de la puerta, su silueta negra se perdía en la penumbra de la noche. La lluvia no amainaba.

Edgar. Llamó su compañero al escritor. Edgar, ¿estás seguro?

Mirá esta bolsa, comentó Edgar, aunque sus ojos vagaban perdidos entre las lenguas del fuego, con esa plata nos jubilamos para siempre. 

Capaz que nos matamos en el camino y no nos hace falta esperar la jubilación, contestó con amargura el hombre. Edgar soltó una risa franca. ¿Qué te pasa, Allan? ¿Te acordás que somos cuervos? Vivimos de esto y para esto.

Allan resopló poco convencido, pero resignado. Edgar se echó para atrás en la silla y puso los pies sobre la mesa, haciendo tambalear los tinteros. 

Meta, hacé más grande esa antorcha, que me muero de frío -protestó. Allan sonrió y echó otro madero al fuego.


Anna.

febrero 07, 2017

Quiero que te acordés de mí. Quiero que te acordés de mis manos caminando tu cuerpo, aprendiendo, quiero que te acordés de cómo aprendimos, quiero que te acordés. De las calles oscuras donde nos paramos a besarnos y de la guitarra que yo te robaba a cada rato de tu estante, y de esa vez que te hacía el amor mientras vos tocabas el violín. Quiero que te acordés, de los sábados a mediodía en tu casa, del sol entrando por el ventanal, de las hojas en la pileta, del perro cuando nos ladraba por abrazarnos. Acordate de todas esas cosas, no dejés solos a mis recuerdos, que mientras más lejos te vas más fuerte se me vienen mujeres a la cabeza, mujeres jugando rol, mujeres viendo got, mujeres compañeras de la facultad, mujeres compañeras de coro, mujeres para grabar cortos, mujeres de las que qué tenía que decir yo, si vos eras todo mío, mío, para mí... mujeres con las que sí ibas a bailar.
¡Hacé algo por mi memoria, te lo suplico! Acordate de cómo usabas la camisa prendida hasta arriba y yo la desabrochaba y me desilusionaba encontrar abajo una remera. Acordate de cuando hicimos el amor en el colectivo, con las luces apagadas, con la gente durmiendo. De cuando hicimos el amor en un cuarto con otra gente, mordiéndonos la lengua con la sábana. Acordate de cuando te escondías debajo de mi cama, acordate. Acordate cómo nos burlábamos de tus primos, "porque el primer hijo varón va a ser el tuyo, mi amor", acordate. Acordate que este año cumplo 25... por favor, por favor, acordate.

febrero 06, 2017

No dejo de pensar que fue mi culpa
No dejo de pensar que fue la tuya
¿por qué amar no es suficiente?
Fuimos tan orgullosos
Éramos tan hermosos
Siempre queda un dejo de
(¿París?) al final como quien dice
"nuestro caso no es distinto
de otros casos que acabaron mal."




febrero 03, 2017