febrero 17, 2010

Palabras vacías

No quiero hablar como la gente grande. No quiero hablar, ni ser nunca como ellos. Quiero crecer, pero no quiero ser nunca una persona grande.

Las personas grandes creen que lo saben todo. Hablan del amor como se habla de política, del amor como se habla de cuánto subió el precio del arroz, del amor como se habla de una materia pendiente.

Creen que lo saben todo, porque se han acostado una y quinientas veces, porque han visto cosas que a los más chicos no nos dejan ver, pero que imaginamos.

Después, cuando se aburren, te prohíben enamorarte. Te matan el amor a hachazos y todo porque a ellos se les ha muerto, seco y marchito, desde que la piel se les derrama y les ocupa todo el colchón.

No quiero ser nunca así. No quiero enlatarte y meterte debajo de la cama para sacarte cuando tenga ganas. Eso no es amor.

Amor es mezclar palabras, sudor y saliva. Amor es nuestros secretos, tu sarcasmo y mi risa. Amor es la cama que a veces compartimos, pero no es sólo eso. Amor es saber que estás ahí. Amor es saber que estoy aquí, y que estoy pensando en vos. Amor es recordar tu boca, tu olor, tus manos, pero es también recordar como cantás, tus chistes y la cara que ponés cuando algo te molesta.

Para la gente grande, amor es sexo y se puede amar sin saber qué tipo de beso le gusta más a la otra persona. Para ellos se puede amar por una noche, y luego despertar. Yo también puedo amarte por una noche ¿sabes? Pero vas a saber que lo mío es amor, porque jamás me voy a olvidar de vos, y tu fantasma volverá para atormentarme cuando no estés y yo quiera estar con alguien.

Amor es mirarte y que tu mirada me cuente sin palabras que me querés. Me querés y yo te quiero, y nuestro amor es tan fuerte que aún con la ropa puesta se siente el calor que irradia la piel.

No quiero ser una persona grande. Porque las personas grandes se cansan de amar. Se cansan y para colmo le hacen mala propaganda al amor. ¿Y qué saben ellos?

Quedate conmigo un rato más, quedate conmigo para siempre. Y que ese rato sea eterno, ya vas a ver, no vamos a crecer nunca. Congelaré tu mirada en mis ojos, para recordarte cuando ya no sepas, como se siente esto de besarte por primera vez.

Voy a colgar esta primavera en mi ventana para que no se me olvide, y tenga una razón para sacarte las manos de los bolsillos cuando te estés empezando a aburrir.

Y cuando ya no tenga qué darte…
…cuando no tenga qué darte, me inventaré de nuevo, para que no te vayás.

Quedate conmigo.



Anna.

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