julio 01, 2009

Prisión

Castigo. Redes que me apresan y no me dejan respirar. Algas que se enredan en mis piernas a propósito, un mar asesino que me ahoga en su soledad salada. Un pedido de auxilio que no se escucha, porque no hay oídos disponibles, un grito que nació para perderse en el olvido. La desesperación de saberse solo y atrapado, la angustia de no ver el sol nunca más…

Desde las entrañas, una lágrima que se mezcla con el resto del agua. Y sobre mi hombro una mano traidora que me hunde más.

La mirada poseída de que no verá nunca. Su última mirada.




Anna.

Rutina

Lluvia, lluvia, lluvia. Elevo la mirada y sólo hay más lluvia. Lluvia y frío.

Tengo las manos frías, aunque las guardo en los bolsillos. El pelo se me pega a la cara mojada y parece que estoy llorando. Parece que lloro, pero no. Es el cielo, el cielo llora.

La ciudad es una dimensión diferente. Gente, automóviles, edificios y lluvia se entremezclan en una locura indistinta. Todo un disparate. Pero ajeno.

Adentro todo está vacío. Vacío, vacío, vacío. El corazón hace eco contra las paredes de un cuarto oscuro.

Un charco me devuelve el espejismo de un rostro ausente. El mío, el de otro, qué más da. Un rostro ausente. Uno más, en una ciudad. Una ciudad ausente.

Paso, paso, paso. Todo constante, todo monótono. Tac, tac, los pasos, tic, tic, las gotas, y mi respiración lenta y acompasada marcan un ritmo que es casi un latido. Un ritmo de rutina que de vez en cuando recuerda a qué suena vivir.




Anna.

junio 21, 2009

Irracional

Toda batalla tiene algo de heroísmo, así como todo romance tiene algo de épico. Siguen diciendo que el mundo es redondo aunque tenga algo de cuadrado, lo que vendría a ser una excepción a la regla lógica de lo redondo. Todo país tiene algo de historia y toda historia tiene algún país. Todo rostro tiene algo de máscara, así como toda máscara tiene algo de humano.

Nada tiene lógica, y sin embargo uno se las arregla para poner reglas. Reglas, reglas, reglas para todos. Si no las compra por las buenas, lo obligamos a someterse a ellas. Al final del día, el universo parece tener sentido.

Y sin embargo cuando morimos, lo único que cabe pensar es por qué.


Anna.

mayo 25, 2009

Poesía en prosa - De la sombra y peter pan

¿Alguien quiere espiar los secretos que ese circo esconde bajo su carpa?

¡Atención, atención! Que una de estas llaves debería encajar en esa cerradura de marfil. Y que no hablo en barroco, les digo, no estoy loco, que sí he visto a la señorita vestida de jazmín, caminando con la lluvia arrojándose a sus pies, y coronada de un tiempo que nunca vi antes pasar por mi ventana.
¿Algún interesado en conocer a la dama? No sé todavía a qué sabe su nombre, pero sus manos me han dicho que lo regalan gratis a quien le devuelva la sombra que perdió un día debajo de aquella madreselva que crece en su jardín.


Algunas noches –me ha contado su espejo- la ha visto lamentarse en silencio, regando de pétalos las sábanas que le regaló un hombre extraño, que le dio así las gracias por cantar por las mañanas.

En una pared vi sus ojos dibujados, hechos de cal y calando el cemento, pintaditos color atardecer, quemando la piel de quien pasa frente a ellos, buscando entre tanta tierra y ladrillos, alguien que se los quiera llevar puestos.
Una Dulcinea sin su Quijote, vagando perdida entre las calles de cristal, cada cosa que su mirada toca, respira hondo y hecha a volar. ¿Quién puede seducir a la niña del deseo en los labios? Ay de mí, que le pago, a quien le cuente que la ando buscando, que he encontrado su sombra, que duerme cada noche entre mis brazos… que se la devuelvo si me dice su nombre y le pago por esa estrella que tiene por sonrisa el precio que me pida, que no tengo mucho que ella quiera, pero tengo espada y armadura, aunque ando sin princesa.

Alguien que le diga, a la joven de la luna en la cabeza, que las plantas de mi jardín se secan porque no cuido las flores, que desde que la vi a ella ninguna me parece más bonita. Y las quimeras de mis sueños se marchitan en la espera.


Anna.

mayo 12, 2009

Ahora

Ahora que la adolescencia es un septiembre lejano,
humo de cerveza en un portal, un verano inacabado.

Algunos años en la facultad de ciencias,
papeles escritos, ron de Cuba, hojas de hierba,
un tren dormido en una vía muerta,
la luz de la ventana azul que siempre estaba abierta.

Ahora que quedan tan lejos las playas de Corfú,
las estaciones de trenes de Praga, Hamburgo o Estambul,
los viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos,
la luz de una cafetería, los amores conversos.
Ahora que te cansas y las piscinas cierran,
y apura el último baño la luz de las estrellas.

Ahora que regreso a los lugares a donde quise huir
y nadie me espera allí.
Ahora que casi llego a fin de mes,
y que amo a una mujer. Que amo a una mujer.

Ahora que pago las facturas, que me besó en La Habana,
que sueño con la Candona, que ya no escribo cartas,
que cumplimos más años que promesas,
que se hunden nuestros corazones como la vieja Venecia,
que llego tarde a los cines y al fin del planeta,
que alquilo un pequeño piso en un castillo de arena.

Ahora que duelen las resacas y cortan como una navaja.
Ahora que nadie nos saluda por los bares de Malasaña,
que pido auxilio, besos y comida por teléfono,
que fumo flores y lloro a veces mientras duermo.
Ahora que tiemblo como un niño abandonado.
Ahora que viejos amigos nos han traicionado.

Ahora es el momento de volver a empezar,
que empiece el carnaval,
la orgía en el Palacio de Invierno,
de banderas y besos.
Se cayeron mis alas y yo no me rendí,
así que ven aquí,
brindemos que hoy es siempre todavía,
que nunca me gustaron las despedidas.



Ismael Serrano

abril 07, 2009

Ajedrez

La nuestra es una historia escrita con sangre, un tablero donde peones de barro saltan de casillero en casillero haciendo suyas ideas que no les pertenecen, creyendo que pueden poseerlas gratis, con la garganta encendida de una sed que les ciega el instinto y no les deja ver que no son más que piezas sin rostro en el juego de alguien más.



Anna.

abril 02, 2009

Estando juntos

Si tomo un puñado de flores y lo lanzo al cielo… lloverían flores sobre tu cabeza. ¿No creés que el mundo se ve más colorido así? Respirá este perfume a primavera y sonreíle al sol que te saluda desde el horizonte. ¡Qué raro es sonreír así! El sol te entiende y te acaricia la cara para que no dejes de sonreír.

Yo te miro algo confundida y me pregunto ¿por qué de pronto estás tan feliz? Vos me tendés una mano; hay una flor que descansa en tu palma. Entonces ¿has captado ese gusto dulce que tiene la tarde? Es porque estamos juntos, me parece.

Vení, dame ese tesoro que guardás en tus manos. Regalamelo, que a cambio te doy algo mejor. Acercate un poco más, quiero ver esa sonrisa tuya. Si tomo un puñado de flores y lo lanzo al cielo… ¿prometes que nunca vas a dejar de sonreír? Mirá, el mundo es más colorido así.

Si el sol te acaricia a vos, vení y acariciame vos a mí. Vení, sé vos mi sol. Respirá este perfume a primavera y besame para que el tiempo se detenga. Si el reloj deja de mirarnos tal vez al fin seamos libres... Tal vez si me besás recordemos que algún día puede ser ahora.

Entonces, no me soltés. Respirá, que la tarde es única y estamos solos. ¿No has captado ese gusto dulce…?

Y si de pronto nuestra felicidad es la misma, estoy segura, es porque estamos juntos.



Anna.

marzo 23, 2009

Hipocresía


Te veo, pero no te miro.

Me estás hablando, ya sé, te veo mover los labios. Pero yo ya no quiero escucharte, ya no.
Uñas de nácar y labios de vaselina, con besos que son puro cuento y un dejo amargo a mentira debajo de la lengua, si te persiguen, será por tu olor a miel y rosas, por la promesa de noches deliciosas que ofrece tu boca a quien la quiera probar. Pero tu piel es capricho y sarcasmo todo junto; no hay quien no se incline con el peso de tu amor, falso y engreído, harto de orgullo y egoísmo.

Abrí los ojos bien, que quiero ver si en el fondo me reflejo. A lo mejor me doy cuenta que están vacíos y vos también me ves, pero no me estás mirando. Así somos dos, y tal vez nos entendamos. Tu sonrisa se me resbala por los hombros como agua fría… y yo intento no quedar prisionera en ese mundo de plástico, ironía y café amargo.

A veces me sorprendo pensando cuándo te perdí. Me convenzo de que no fue mi culpa y respiro una y otra vez, lamiendo el aire para asegurarme que estoy viva, o al menos más viva que vos. Pero no te das cuenta y seguís hablando sin cambiar la cara. No me lo decís, pero puedo ver detrás de la máscara que no te arrepientís de nada. 
Si tu mundo gira al revés, y el sol que salía antes por el este hoy ya no sé por dónde va a aparecer. Cerrás los ojos, tratando de acordarte, pero tu cabeza es una copa de la que alguien alguna vez tomó vino, pero hoy no quedan huellas de besos en el cristal.
Pestañeas, inexpresiva, con la sonrisa helada, como una mueca dolorosa en tu cara de muñeca, que alguna vez me hizo tan feliz.
Y desviando la mirada me pregunto… cuándo fue que te perdí.

Anna.