abril 29, 2017

¿Por qué se suicidan las ballenas?

En la mitología griega, ballenas y delfines, expulsados por Neptuno y obligados a abandonar el mar amado, se suicidaban arrojándose contra la orilla. 

Hoy, la mayoría de los investigadores que tratan de explicar este fenómeno coinciden en la teoría de la desorientación: dado que los cetáceos son por lo general gregarios, se trasladan por los océanos guiados por un líder que, si se pierde o enferma, hace que el resto del grupo imite su conducta.

¿Pero por qué se desorientan?

No está demostrado, pero podría ser que la mano del hombre tuviera una elevada influencia sobre ello. Una de las principales amenazas para los cetáceos parece estar relacionada con el incremento exponencial del tráfico marítimo en las últimas décadas: los ruidos de baja frecuencia producidos por grandes barcos y las altas frecuencias de pequeñas embarcaciones pueden tener grandes efectos sobre sensibles cetáceos. Más concretamente, el ruido de los aparatos de sonar de uso militar parece que afecta de una manera tan brutal a los cetáceos que estos pueden optar por subir a superficie a una velocidad excesiva. Esto provoca la aparición de burbujas en el torrente sanguíneo, por descompresión, y estas burbujas han sido detectadas en análisis forenses de estos animales.

Los delfines y las ballenas viven en un mundo acústico, y sus imágenes del mundo que les rodea son imágenes acústicas. El sufrimiento que les impulsa a salir del agua podría obedecer al deseo de escapar de una tortura acústica insufrible para ellos. Exactamente igual que el salto al vacío de una persona que se tira por la ventana de un edificio en llamas,  cuando ya no puede aguantar en su cuerpo el calor recibido por la radiación infrarroja.


abril 27, 2017

Me sigue. A donde sea que voy, me sigue. Lee lo que te escribo, mira las fotos que publico, me escucha cantar las canciones que canto para vos. Duerme conmigo en mi cama, se mete en mis sueños, usa tu ropa, ¡mi ropa! y de nuevo veo su cara cada vez que miro al cielo.
Ya va a hacer un año desde que te fuiste. Dos años desde que dormiste con otra. Tres años desde que no estamos más juntos. Cuatro años desde el último de mis cumpleaños que celebramos juntos.
Parece, si uno tacha los días con negro, yo lo hago, voy tachando los días, y cuento el tiempo, uno, dos, tres años. Pero no. Yo sigo acá atrapada, con los diez mil pesos de premio en la mano, parada sobre el escenario, buscándote entre la gente y sin encontrarte, el tiempo congelado, ahí, para siempre.


なにもなくて... 悲しすぎて

abril 23, 2017

Hay un chico de pelo blanco al que le doy besos soñando que te los va a llevar. Hay un chico de pelo blanco al que abrazo pensando que te va a llevar mis abrazos. Un chico de pelo blanco que no sos vos. Dónde estarás vos...

abril 15, 2017

Trato de leer entre líneas. Busco un mensaje escondido, una esperanza. Alguna cosa en clave, una palabra, un nombre que me diga que estás ahí, una fecha, una señal. 
A veces me convenzo de que no hay.
A veces me pregunto por qué sigo buscando, qué espero encontrar. Me digo a mí misma que debería dejar de revolver toda esa mugre de recuerdos. Que tengo que apuntar para adelante. Que a lo mejor no me va tan bien ahora, pero que me va a ir mejor. Que tengo que esforzarme. Me lo digo muchas veces.
Pero es que. 
Pero.
Hay una bombacha colgada en su baño, tantas veces oí la comparación, una bombacha como una bandera, marcando un territorio. Vos entrando al baño, la bombacha ahí colgada, ella riéndose desnuda y te arroja una remera hecha un bollo que se revienta contra tu cara. Vos también te reís. 
Nunca llegaste a ver mis bombachas colgadas. Cómo, si nunca compartimos casa. Cómo, si yo era a penas una nena entonces. Cómo. Cuándo.
Bombachas como banderas. Una vez en el Moyar (¿Mollar?) una mina te dijo que "estabas meado", como árbol marcado por un perro, porque yo te había abrazado enfrente de ella, mientras cocinabas el almuerzo. Habíamos estado peleados ese verano, y vos no te esperabas ese abrazo. Te dolió estar marcado. Te dolió que otra mina lo dijera.
Pero ahora la bombacha, y no te das cuenta. No te das cuenta que de nuevo "estás meado". Las mujeres somos de verdad criaturas extrañas. 
Una marca. De que no le pertenecés del todo a ella. Una señal, de que al menos los días de lluvia tu cabeza me piensa, allá lejos, de que estoy en tu lista negra, tal vez, pero soy la primera y de vez en cuando por lo menos, te acordás de mí.
Aunque algunas veces pienso que probablemente ni eso. Porque... en fin.

Anna.