agosto 25, 2012

Somos lejos

Entonces sonaba una canción, creo que de Ismael. El colectivo iba lento y lleno de gente, como todos los días a esa hora. El aire era denso, se respiraba olor a cansancio.

Yo viajaba sentada en un rincón. Como estaba repleto íbamos todos apretados, pero mi cabeza me mantenía en un rincón apartado, lejos, muy lejos de ahí, pensando en otras cosas, en las clases, en los libros, en la plata, en mí.

Quizá por eso cuando te vi por la ventana, de espaldas, te confundí. No supe quién eras, aunque estás igual que siempre, y sin darle mucha importancia dejé de mirarte para seguir mirando al más allá; hasta que tu reflejo observándome desconcertado me devolvió en un golpe al asiento, a un colectivo al que no recordaba haberme subido, atravesando unas calles que no conocía.

Hola, como estás, cuánto tiempo. Y de verdad, cuánto tiempo... si hasta parece que nos hubiéramos conocido en sueños. Y por un viaje en colectivo, conversaste conmigo como antes. Como antes...

Amontoné las palabras, para intentar decirte todo, trabando la lengua con cosas sin sentido. Y al final no te dije nada. ¿No será que pasan siempre estas cosas? No me atrevía a mirarte a los ojos, para no ver cómo me evaluabas, pensando, quizá, qué distinta que estoy. Yo de vos no pensé nada porque, como antes, tu presencia me aturdía e, intranquila, buscaba el modo de no parecer tan lejos tuyo.

Lejos. Aunque no era ninguna sorpresa para vos, lo supongo. Después de todo, cuánto tiempo...
Lejos, así me sentí. Lejos. Porque ni aunque estábamos sonriendo, ni aunque nos hablábamos sin cuidado, estábamos realmente ahí. Porque no decíamos nada sobre el tiempo que había pasado, porque hablar de la gente que había estado dolía. Porque vos no terminabas de creerme y yo no terminaba de poder.

Poder arrancarte. Poder hacerte otra persona, lejos, muy lejos de mí. Poder decirte que no lo lamento, pero que sí; que te quiero cerca, pero sin ganas. Poder pensar que estas cicatrices se borran y borrarlas, poder ser sin vos.

Qué raro me resultó de golpe, hablar de personas, de materias pendientes, de viajes que no teníamos en común. De destinos separados, de bocas de otros. De vidas sin coincidencias, sólo en un viaje en colectivo.

¿Dónde estamos? Ya me tengo que bajar. Y verte irte con ese aire a grandeza que yo siempre recordé que te rodeaba y con el cual nunca me sentí afín.
Pensar que no me arrepiento, que está bien que sea así.
Y estallar en llanto, intentando consolar en vano mi orgullo herido.

...lo que pudo haber sido.

Anna.

4 comentarios:

  1. el colectivo es el lugar de los grandes encuentros y las grandes perdidas ... recuerdo el tema de serrano justamente lo escuche por primera vez yendo a trabajar en el colectivo

    ResponderEliminar
  2. Está piola el relato, lindo. Tiene una linda intertextualidad implícita con el relato "Ómnibus", de Cortázar.

    ResponderEliminar
  3. No en la parte de la discriminación a Clara, en la parte final digo. Pero se entiende.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No había leído ese cuento de Cortázar cuando escribí esto, pero ahora que lo decís, puede ser que haya algo... (o tal vez sea simplemente que si uno habla de colectivos y de despedidas, inevitablemente todos los relatos se parezcan).
      ¡Gracias por comentar!

      Eliminar