febrero 17, 2010

Excusas, excusas...

Porque no puedo ser como una persona normal.
Porque no tengo la cabeza chata, porque no puedo dejar mis pulgares olvidados en la mesa de luz cuando me levanto para no tentarme de acariciarte la mejilla.
Porque si al menos tuviera el cuerpo menudo, los labios de muñeca barbie -o sea, de plástico- la sonrisa pintada al óleo y la mirada vacía. Porque los pechos que te llenan tienen poco de mí.
Porque cargo todo esto adentro... todo esto, como el peso de algo que no es mío, y estoy obligada a llevar. Como las semillas de esta mandarina que con frustración tiro contra la pared despintada del patio.
Porque no puedo terminar nada, porque no puedo volver a empezar. Porque odio las despedidas y los cambios de estación.
Porque mi cerebro no funciona como el de los demás. O eso me han dicho.
Porque desenterré esta rosa amarilla que había enterrado de chica y ahora vuelve a mi por venganza. Porque no nací para andar suelta de esta manera.
Porque me pierdo.
Porque me da miedo.

A lo mejor por todo eso... a lo mejor por eso no termino de entender cómo ser feliz.



Anna.

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