octubre 26, 2010

Era sábado y amanecía,
y ella no quería despertar.
Con los ojos cerrados todavía,
imaginaba sin emoción el día
que por querer del destino
estaba obligada a vivir.

Con soledad de monotonía,
con vaivenes de cuentas vacías,
se vestía, maquillaba, salía,
pensando el qué de los detalles
que sin ojos para ver se perdían.

Arrastrando su cansancio disimulado,
y adornando su andar de cine,
era sábado y amanecía,
y ella de nuevo volvía,
de nuevo volvía a empezar.

Era sábado y estaba sola,
era sábado, él ya no estaba.
Era sábado y él se había ido,
era sábado... y no volvió más.

Es sábado y amanece...
y ella no quiere despertar.



Anna.

1 comentario:

  1. De a poquito la necedad va tomando una linda forma.Esperemos que se anime a mostrar los dientes.

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