octubre 26, 2008

Soledad I


Llora la noche, y su melodía es amarga. No hay estrellas en el firmamento…. tan sólo una luna clara, como una lágrima solitaria. La soledad… que profunda soledad. Se respira, se ve, se siente. Nadie sabe, pero se siente.


El vacío… es tan hondo, tan infinito. El pecho sangra dolor, un dolor conocido. A veces, ese dolor viene a hacerle compañía a la noche, cuando no hay estrellas. A veces la noche lo ignora. Pero en un hueco del abismo, siempre se acuerda. Y la noche es tan grande, que no puede escapar al dolor. Tampoco quiere hacerlo, porque sabe que el dolor sólo quiere compañía. Ella también... a veces se siente tan sola entre las estrellas. Porque entre ellas son parecidas y se entienden. La noche es una. Y tan distinta a ellas.

El vacío… el dolor es también distinto. Él y la noche son parecidos. A nadie le gusta la oscuridad; a nadie le gustan las heridas. Ambos, rechazados.

La noche lo sabe. Tal vez por eso decide quedarse un rato más. Llora, y su melodía es amarga… sin embargo, hoy no se siente tan sola como otras veces.





Anna.

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