marzo 15, 2017

En el fondo del Río de la Plata, hay un arrecife de anillos. Millones de corazones rotos, acumulados desde Solís hasta hoy. Las sirenas no juegan con ellos, creen que están malditos. Los peces que a veces se pierden entre esos misteriosos brillos, ignorantes y felices, no vuelven más. Hay algo en ese arrecife, una tristeza que ahoga.

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