julio 20, 2016

La reina mira impasible desde su silla de oro. Su mirada azul recorre las mascaradas. No baila. Han hecho la fiesta al aire libre, en un claro, en medio del bosque, como si fuesen elfos, o duendes. En el medio hay un fogón que alumbra las máscaras mientras giran y saltan al ritmo de la música. Fuera del claro está el bosque silencioso, algunas parejas besándose en la oscuridad.

Suena una melodía extraña. La reina sonríe apenas iluminada por el resplandor un poco alejado del fuego. Sus damas y caballeros la espían con disimulo. Piensan aliviados que se entretiene, y es cierto; aunque sus ojos están en realidad viendo un salón lleno de luces blancas. La melodía era la misma entonces.

Avy no la conoce. Es la primera vez que escucha semejante música y se desconcierta. Viste un vestido verde como las hojas en verano. Mira desde un costado las parejas que bailan y suspira. A lo lejos reconoce a algunos de sus amigos bebiendo alrededor de una mesa. Se ríen.
Adentro del salón hace calor y se quita la máscara. Alguien le ofrece una mano y ella acepta.  Su pareja tiene el pelo negro muy largo y un antifaz plateado. Le estrecha la cintura con firmeza. ¿Cómo se llama esta música? Le pregunta un poco cohibida por la cercanía. Por encima de su hombro espía a otras parejas.

- Es un vals –contesta el hombre con voz grave. A Avy le parece reconocer sus ojos negros, pero está dudando. Su corazón es un timbal.



- ¿Me concede esta pieza, majestad?
- No sabía que bailabas, Vandel.
- Los magos somos expertos en el arte del baile. Como en casi cualquier cosa.

La reina sonríe. Acepta la mano que le ofrecen. La gente les abre paso. Dónde estás, Avy, dice Vandel con un suave tono de reproche en la voz. La reina va vestida de blanco, y parece una luna esbelta en medio de la pista. Bailan. Él tiene una mano en su cintura. Ella balancea el vestido. Dan vueltas alrededor del fogón, la gente los aplaude. Los músicos alargan las notas.

Un vals, sigue diciendo Vandel. ¿Habías bailado un vals alguna vez? La reina asiente. Mira al mago y al mismo tiempo no lo mira. Sí, una vez, contesta y su voz parece venir de otro lado. Hace mucho tiempo. La luna ilumina la cara del mago como un antifaz plateado. La sonrisa de la reina es un pájaro viejo, como el tiempo.


Anna

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