mayo 26, 2016

31 de noviembre de 1949

Doris,

[...]
Yo estoy haciéndote un llamado a la piedad. Tú sabes que no tengo orgullo, pero ese papel a la lástima no es cosa de mi uso, Doris Dana.
Tal vez el caso tuyo actual sea el de que el amor que me diste ha pasado a otro y es a estas horas la dicha de otro.
Yo prefiero saberte feliz y plena a saberte sola y vacía. Tú mereces la felicidad como pocos seres y tú no debes crear en el dolor como yo sino en la dicha, que también es creadora, Doris Dana.
Me duele no conocer a ninguna amiga tuya que pudiese decirme cómo estás, cuál es tu salud y qué trabajo haces.
Y no hay nadie, nadie, de las gentes de aquí que pueda recibir tus noticias y dármelas.
Pero, así y todo, te pido no escribirme. Déjame curarme, déjame reaprender mi pobre vida de antes.
Y no me hagas la ofensa gratuita de atribuir todo esto a la presencia de Emma Godoy aquí. Te lo repito por última vez: yo no soy la bestia de mera calentura física que tú has visto en mí.
Doris Dana: yo he pagado mi culpa. Mi culpa fue forzarte al amor, llevarte a él sin que hubiese una sola chispa en ti de amor.
Esto es lo que he pagado. Tú nunca habrías hecho lo que yo hice por tenerte. Pero eso no fue hecho por otra cosa, fue un amor violento de alma y cuerpo.

Gabriela

Gabriela Mistral
Niña errante

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