noviembre 24, 2012

Maktub

La moneda giró sobre sí misma, desde un instante a penas, toda su vida en un segundo. Mientras giraba, él la miraba desvestirse lentamente como en las películas viejas, la moneda giraba. Las arrugas de la camisa al rededor de sus costillas, había una sombra de delineador que disimulaba las ojeras de muchos días, qué calor que hacía en aquél cuarto, las cosas no eran del todo reales. La miraba desvestirse, lentamente, vivaldi en a menor, no estaba seguro exactamente de qué hora era, o qué día, ella se desvestía, en cámara lenta. Te quiero tener para siempre te voy a sacar una foto, para que (cuando me dejés solo) la vea y te ame, y te odie, y te ame. Monedas que giran. 
¡Ah, maldita!
Había migajas de pan sobre la cama, y vos te deshacías sobre ellas, y vos te deshacías, y vos. Había un camino de sombra que empezaba entre tus cejas y terminaba entre tus piernas, y hormigas dulceras los recorrían ida y vuelta, secuestrando pedazos tuyos. Nadie te entendía. Y esa moneda que giraba sobre tu ombligo contando el tiempo que nos quedaba, vos sabías. ¿Cómo se pinta de colores las películas viejas?
Vos sabías, vos sabías, vos sabías.

¿Cuántos días son, ya? ¿Cuántos años?



Anna.

1 comentario:

  1. Me gustó la escena de la moneda girando, y la situación, por alguna razón me la imaginé con niebla, como si fuera un recuerdo...

    Un saludo.

    PD: Disculpa, por error borré el comentario anterior.

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