diciembre 01, 2014

Ya va siendo hora

Los libros que leo se me deshojan en las manos, anunciando algo. No hay derrumbes de paredes, no hay tambores, ningún ruido, ningún escándalo, ni siquiera una tormenta de esas de verano. Busco velas en tu nombre para iluminar esta oscuridad absurda, artificial, sin sentido, y los dedos torpes se tropiezan con cualquier cosa en el camino, se prenden fuego, como si fuera una mano ajena, el dolor está en alguna parte incierta. Para el universo será una pequeña, pequeña tragedia. Los pájaros acá afuera probablemente ni se enteren, todos los días mueren tantas cosas.
Lo cierto es que está esta ventana, cuadradito de luz sin cortinas, ya va siendo hora de cerrarte. Sobre la mancha de tu sacrificio crecerán nomeolvides. Algún día volverás a bailar, a cantar, y estos relojes tan tristes ahora te verán otra vez vestir de algún color nuevo. Nadie nos dedicará ni un verso, nos iremos yendo despacio... sin fuegos artificiales, sin luces de barcos, sin aplausos, hasta el infinito. ¿Quién se va a acordar de nosotros, de lo felices que fuimos?
Ya va siendo hora de cortarle los hilos a esta última mentira. Ya no más disfraces, ni palabras, ni vino patero, ni cama grande, ni sincronía, ni insomnio, ni diciembre.
Hasta el fondo, una sola mano, un solo acorde.
Ya va siendo hora, de dejar libre todas estas poesías rotas.