Llorar por el pedacito de este mundo que me ha tocado. Llorar por la miseria que me encuentro en cada rincón oscurito que a veces olvido limpiar. Llorar por mí, porque soy tan egoísta que aún llorando tu pena lloro por mí.
Qué vida puta.
Pasársela buscando, buscando siempre buscando. Y al final, sólo volver. A ese rinconcito sucio. A conformarnos con lo que hay.
Lo de más allá siempre fue peor.
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