Podría decirte
sí, me voy a casar;
vos me contestarías
algo así como que
no voy a ser feliz
y quizá tengas razón,
yo te contestaría
algo así como que
la felicidad no existe
y sabrías que yo
también tengo razón.
Y la discusión
seguiría
así como todas
nuestras discusiones.
Pero qué sentido tiene
decirte nada ahora
que voy a casarme
y la felicidad
ya no existe.
Anna.
es triste como toda certeza
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