Había una vez una princesa
y un príncipe.
Y había una vez un dragón.
El dragón tenía a la princesa
encerrada en una torre,
como corresponde a todo príncipe
y a toda princesa.
Y quizás también a todo dragón.
Hubo guerra, y hubo pasión,
como corresponde
a toda buena historia.
Con la espada en alto
el príncipe salvó a la princesa
y mató al dragón.
Era cierto que se amaban.
Pero el amor es complicado.
Y una noche, mientras dormía
la princesa mató al príncipe
con la misma espada.
Después lloró por el dragón
que la había querido tanto
besó al príncipe en los labios
y antes que saliera el sol
se suicidó.
Anna.
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