septiembre 25, 2014

Mucho más allá

¿Y si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?

¿Y qué?
¿Y qué me das a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?

¿A qué, a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme
si mi realidad retrocede
como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,
hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados, este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
"¿es que yo soy? ¿verdad que sí ?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?".

Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes
de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.

Pues esto es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.

Alejandra Pizarnik

A. Vivaldi - Violin Concerto A Minor (Itzhak Perlman)



septiembre 19, 2014

Alcarnor. Alcarnor, Alcarnor, Alcarnor. Lo pronuncia muchas veces bajito tratando de hacerlo suyo, la A gigante como para comer un pastel de Aimee, la L, la C como una piedra en un río, la otra A, R como ronroneo de gato, N como un nudo en la garganta, O, un gato dormido junto a un fuego en invierno.

¿Qué hacés? le pregunta él en lengua común. Está medio dormido. Avy le sonríe acariciándole una oreja, esa oreja tan diferente a la suya. Todo en él le parece extraño, extravagante. Alcarnor se vuelve hacia ella con los ojos semi abiertos, el enorme cuerpo moreno tallado a fuerza de entrenamiento y guerras y más entrenamiento, un cuerpo duro por el sol, por los maltratos de las campañas, y sin embargo, tan vulnerable así, desnudo. Decime tu nombre, le pide otra vez.

Alcarnor, dice él. ¿No te cansás, no?

Ella se ríe con esa risa cantada que tanto le gusta a él.
Otra vez. Alcarnor. Otra. Alcarnor. ¿Tanto te gusta?

Avy no contesta. Garabatea las letras en el aire, luego sobre él, las saborea en su boca, las olfatea en todo su cuerpo, las hila cuidadosamente para pronunciar al nombre como él lo hace, la A entre su pelo, L como el puente entre su pecho y el de él, la C dentro de su boca, otra A sobre su pecho que sube y baja agitado, después la R en un gruñido, la N bajando por su cuerpo hasta la O en su obligo hondo como un universo para entrar directamente en su nombre con esa tosquedad grave tan de humano, tan de humano, con sonidos que son tan extraños para su lengua, como todo él para el resto de su cuerpo. Alcarnor, tan humano, tan suyo, y de nuevo tan humano.



Anna

septiembre 16, 2014

No estarás sola

No estarás sola,
te saludarán a tu paso en mil idiomas, con mil lenguajes,
la gente a la que despertaste en cada viaje,
los que dormían en las calles,
a los que preguntaste,
por su esperanza, por su desastre.

No habrá distancias
que no cubra cualquier hombre que te busque.
No habrá rincón en que tu nombre no se pronuncie.

No habrá misterio o duda en que tu presencia no luzca,
faro solidario en ausencia de paz,
en tiempos difíciles Estrella Polar.

Sola nunca, nunca estarás.

No estarás sola,
siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida,
quien te de aliento cuando te des por vencida.
Tu revolución llenará sonrisas,
yo la incorporé a mis aperos
de trabajo, a mi vida.

Clava hoy tus raíces en mí.
Quién pudiera retenerte en Madrid.
Visitaremos lugares a los que hemos
ido antes juntos,
antes de conocerte,
antes de encontrarte.

No estarás sola,
siempre habrá quien te ayude a hacer las mudanzas,
quien te regale manos flores presencias sin pedir nada.
Y allí estaré para amarte,
y aunque no esté,
allí estaré para amarte.

No estarás sola.
No, no estarás sola.
No estarás sola.


Ismael Serrano

septiembre 13, 2014

Ya sé qué me vas a decir: lo sabías.
Y vos sabés lo que te iba a decir yo.
Porque es verdad que ya ni hacer el amor podíamos,
nuestras pieles repetían
nuestras mismas heridas
¿no teníamos escrito el fin de nuestros días
en el cuerpo?

Lo cierto es que
me quedaron tantas cosas por decirte.
Tantas puteadas.

No te perdono.
No me perdonés vos.
Ahora, para qué, si ya está todo perdido.
Que por lo menos el rencor
te mantenga pensando en mí.

Ya vas a encontrar
otras lunas para tu cielo, supongo.
Aunque los planetas
no orbiten de a dos.
¿Naciste para rodearte de lunas



o para girar al rededor de un sol?




Éramos tan hermosos.
Cuánto tiempo perdimos.





Había una vez una princesa
y un príncipe.
Y había una vez un dragón.

El dragón tenía a la princesa
encerrada en una torre,
como corresponde a todo príncipe
y a toda princesa.
Y quizás también a todo dragón.

Hubo guerra, y hubo pasión,
como corresponde
a toda buena historia.
Con la espada en alto
el príncipe salvó a la princesa
y mató al dragón.

Era cierto que se amaban.
Pero el amor es complicado.
Y una noche, mientras dormía
la princesa mató al príncipe
con la misma espada.

Después lloró por el dragón
que la había querido tanto
besó al príncipe en los labios
y antes que saliera el sol
se suicidó.


Anna.

septiembre 11, 2014

Poema de amor

El sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor,
tenía frío,
y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti. 

Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.

Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.

Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.

La fe que perdí,
mi camino
y mi carreta.

Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mi equipaje.

Mi tibio rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.

Mi manantial,
mi cañaveral,
mi riqueza.

Mi leña, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.

Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.

Donde te sentí
donde te escribí
mi poema.



Joan Manuel Serrat
https://www.youtube.com/watch?v=jEAv5Dfr3Uw