febrero 23, 2012

Ausencia

Si pudiera dibujarlo, sería como un pozo, o como la boca de un pozo, donde se adivina un abismo, donde sólo hay negrura...

...o lo dibujaría mar, mar y noche, lo dibujaría horizonte. Como una verdad que es mentira, o como algo lleno en los ojos, pero vacío en el alma.

Lo dibujaría silueta... como la ilusión de reflejo en una sombra. Como el contorno de una espalda amada. Dibujaría un par de ojos negros con pestañas... hasta el infinito.

No le pondría nombre.

febrero 18, 2012

Hey, you.

Me sorprendió oír de su boca las palabras mágicas. Tan simples, tan ufanas.
- Quiero verte.

Así, como si nada. Palabras mágicas: de repente me empezó a hervir la sangre, me subió un no-sé-qué por la espalda. Un sin fin de desobediencias dentro de mí, sometida totalmente a su hechizo; aunque no quisiera, te vería de todas formas. Correría a tu encuentro si me lo pidieras. Me odiaría a mí misma para poder amarte más.

Pero verte, quizá rompería la magia.

Quizá sentir tu perfume, reencontrarme con tus pupilas negras, enfrentarme nuevamente a tus pecas me trajera de vuelta. O me enviara lejos, que por estos días es casi lo mismo.

Quizá redescubrir en tus labios las mismas palabras mágicas, tan dolorosamente dulces, quiero verte. Otra vez, como antes. Tan simple.

Pero quizá rompería la magia, tenerte así, tan cerca. Quizá abrazarte no sería lo mismo. Quizá tu mirada esté ahora más vacía, y todo se pierda.

- Quiero verte.

Un no-sé-qué en la espalda. La cabeza nublada de recuerdos. La garganta hecha nudo con mil cosas que no te dije la última vez. Y una puerta abierta, o casi una puerta, o casi abierta. Tal veces.

Si vos me lo pidieras, iría hasta el fin del mundo. Y la abriría.


Anna.

febrero 04, 2012

Te extrañé.

Te busqué de noche, 
te invoqué en mis sueños, 
te llamé con enfermiza insistencia 
                              para que vinieras a mí. 
        Extrañé tu risa, 
tus manos torpes, 
     extrañé tu calor pegajoso y dulce. 
 Extrañé tu corazón tibio.

                                                             Y vos estabas taaaaaaaaaaaaaaaaan lejos. 
Que incluso aunque grité tu nombre no me oíste. 
Aunque lo llamé a gritos, ni siquiera mis sueños pudieron convencerte. 

Vos no me necesitabas como yo, 
                                               corazón tibio. 

Te decías apasionado, pero en realidad vivías sin fuego en el alma. 
Y a mí, que me reclamabas 
                                       mi nombre mojado, 
                                                                    mi abrazo con lluvia, 
                    me dejaste la hoguera húmeda sobre las sábanas.

                   Me reclamaste no amarte 
                                                        en blanco y negro, 
me creíste incapaz de entregar. 
Inútil para creer.

Y a mí que me reclamabas.

Mi pasión quedó dormida 
como un tigre mientras llueve. 

Lejos,                                 taaaan lejos tuyo, 
   sin una chispa que la hiciera crecer. 

Quedó escondida 
                        bajo las cenizas de antiguas derrotas, 
                                                                             apagadas, 
                                   
                                                                                             sobre la cama.


















Anna.

Bajo una pequeña estrella

Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado
por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo
el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco
de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño
a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave disecada.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas
respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos,
cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica
porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas
y que me esfuerce después para que parezcan ligeras.



















Wislawa Szymborska 

Traducción de Abel A. Murcia

febrero 01, 2012

El mundo volando a pedazos a su alrededor.
...y ella llorando por un puñado de flores deshojadas.

Anna.